* * * Fue un líder y
estratega militar que luchó por la reivindicación de los derechos de los
campesinos y de las clases sociales más humildes
Un día como hoy, hace
201 años nació el líder y general Ezequiel Zamora, “El General del Pueblo
Soberano”, quien fue un personaje destacado en el marco de la Guerra Federal
(1859-1863) y dedicó su vida incansablemente a luchar contra del latifundio y
la oligarquía venezolana estaba y sus acciones estaban inspiradas en la búsqueda de
un Estado de justicia social e igualdad para toda la población campesina.
Fue un militar
y político venezolano. Bajo el liderazgo del presidente José Antonio Páez, que
dominaría la escena política hasta 1847, la nueva República venezolana surgida
de la desmembración en 1830 de la «Gran Colombia» de Bolívar tomó una
orientación netamente conservadora. Pero ya desde principios de los años 40, de
la mano de ideólogos como Antonio Leocadio Guzmán y medios de difusión como El
Venezolano, la oposición liberal hizo oír su voz y sus críticas hacia aquel
régimen pseudodemocrático que, no sin fundamento, juzgaban tan injusto como el
de los tiempos de la colonia. En este contexto de constantes confrontaciones
entre liberales y conservadores se sitúa la figura de Ezequiel
Zamora, uno de los más activos representantes de
liberalismo decimonónico.
¿Quién fue Ezequiel Zamora?
Zamora nació el 1 de febrero de 1817, en la población de Cúa, estado
Miranda. Hijo de Alejandro Zamora, quien murió como soldado de la causa
patriota en la guerra de independencia y de Paula Correa, una mujer
descrita como aguerrida y capaz de defender los ideales independentistas.
Miembro de una familia de modestos agricultores, su padre, Alejandro
Zamora, había muerto cuando Ezequiel tenía cuatro años, y ello motivó a su
madre, Paula Correa, a trasladarse con sus hijos a Caracas en busca de mejores
condiciones de vida.
La condición de «blancos de la orilla» de la familia Zamora (blancos
nacidos en el país, pero no pertenecientes a la aristocracia criolla) no
garantizaba el bienestar que habían ido a buscar en la ciudad. Cierto es que el
joven Ezequiel asistió a la escuela de primeras letras en Caracas, dirigida por
Vicente Méndez, pero no tardó mucho en abandonarla para ayudar a su madre y
ponerse al frente de su familia.
Ezequiel Zamora se estableció en Villa de Cura, en el Estado de Aragua,
donde abrió una tienda de víveres; pronto amplió su negocio con el comercio
ganadero y agrícola en las poblaciones vecinas de los Estados de Guárico y de
Apure. La adscripción de Ezequiel Zamora al Partido Liberal de Villa de Cura
ocurrió a propósito de los comicios presidenciales de 1846. Su intención y la
de sus allegados era postular la candidatura de Zamora como elector para el
cantón de esa localidad. Estaba claro que ya para la fecha Ezequiel Zamora se
había convertido en persona reconocida por los miembros de la comunidad,
campesinos en su mayoría, y se había contagiado de las ideas liberales.
El Partido Liberal se presentaba entonces, bajo su carácter
policlasista, como única alternativa para promover un cambio en una estructura
social que, con pequeñas variaciones, seguía conservando el esquema colonial.
Zamora tenía todas las condiciones del líder popular; no le faltaban la
bravura, la constancia y la firmeza de convicciones, y sobresalía además por
sus conocimientos de la doctrina liberal, buena parte de ellos obtenidos de los
artículos publicados en El Venezolano por Antonio Leocadio
Guzmán, líder del Partido Liberal a quien Zamora idolatraba sin medida; de las
pláticas con su cuñado Juan Caspers, quien le puso al tanto de la situación
política en Venezuela y Europa, y de la instrucción informal proporcionada por
su amigo José Manuel García, abogado de quien recibió nociones básicas de
filosofía moderna y derecho romano, de los fundamentos del principio de
igualdad y de la necesidad de implantar estos últimos en Venezuela.
El levantamiento de Guambra
A pesar de cumplir con todos los requisitos formales estipulados en la legislación sobre el voto censitario, la candidatura de Ezequiel Zamora como elector para los comicios que habían de celebrarse a finales de 1846 fue ilegítimamente truncada por representantes del Partido Conservador.
Gobernaba por entonces el conservador Carlos Soublette (1843-1847),
aupado a la presidencia por el todopoderoso José Antonio Páez,
artífice de la separación de Venezuela de la «Gran Colombia» (1830) y de la
configuración conservadora de la República venezolana, cuyos destinos rigió
dentro y fuera de sus mandatos presidenciales (1831-1835 y 1839-1843).
La tensión entre liberales y conservadores se agudizaba, mientras el
proceso electoral seguía su indebido curso. Antonio Leocadio Guzmán había sido
llamado a comparecer por la responsabilidad de cierta propaganda
"subversiva", y la ilegalización del Partido Liberal parecía a punto
de producirse.
Ezequiel Zamora: El General del Pueblo
Soberano que luchó con el grito de "Tierra y hombres libres"
Ante tal estado de cosas, el 7 de septiembre de 1846 Ezequiel Zamora
encabezó un levantamiento en la localidad de Guambra; bajo la consigna de
«tierra y hombres libres», el movimiento reclamó el respeto al campesino, la
justa distribución de la riqueza y la expulsión de los «godos» (los afectos al
régimen conservador) de los puestos de poder.
Al mando de un ejército campesino, el «General del Pueblo Soberano», como fue llamado entonces Zamora, libró varios combates victoriosos en las poblaciones de Los Bagres y Los Leones, pero fue detenido por las fuerzas del Gobierno (comandadas por José Antonio Páez) y condenado a muerte por las autoridades judiciales de Villa de Cura.
Visto el alcance de la reacción liberal, José Antonio Páez creyó
oportuno apoyar la candidatura de una figura de talante moderado, José Tadeo
Monagas, con el fin de apaciguar a los opositores. Instalado en enero de 1847
en la presidencia con el apoyo de los conservadores, José Tadeo Monagas decidió
conmutar la pena de muerte de Ezequiel Zamora por la de diez años de prisión
(al igual que hizo con Antonio Leocadio Guzmán, a quien le fue conmutada por el
exilio).
Aunque orientada a ganar la simpatía del bando liberal, tal «clemencia»
política difícilmente podía tener algún efecto, y menos en Ezequiel Zamora, que
logró fugarse de la prisión en otoño de 1847, un año después de su
encarcelamiento.
El «Monagato»
Al año siguiente, el llamado «fusilamiento del congreso» dio un giro a
la situación: el 24 de enero de 1848, cuando se estaba debatiendo un posible
enjuiciamiento del presidente por presuntos delitos de corrupción, un grupo de
hombres armados enviados por Monagas irrumpió en el congreso y disolvió por la
fuerza la asamblea, causando la muerte de varios diputados. José Tadeo Monagas
rompía así definitivamente su alianza con los conservadores y se iniciaba el
«Monagato» (1848-1858), década en que los hermanos José Tadeo y José Gregorio
Monagas se alternaron en el poder.
A raíz de tal ruptura, Ezequiel Zamora, que se encontraba escondido en
los valles de Aragua, decidió ofrecer sus servicios al gobierno; Monagas le
encomendó la formación de un batallón en Villa de Cura. Entre ese año y 1849,
Zamora libraría campañas contra los alzamientos paecistas que no dejaban de
sucederse en todo el país y, de esta forma, alcanzaría rangos importantes en la
escala militar.
Ya en 1851 fue nombrado coronel, y en 1854, general de brigada.
Compartía milicias e ideales con el general Juan Crisóstomo Falcón, otro de los
líderes populares del Partido Liberal que, por azares de las circunstancias,
llegaría a ser presidente de la República en el futuro, y a través de esta
relación conoció a su hermana, Estefanía Falcón, con la que se casó en 1856,
tres años antes del inicio de la Guerra Federal, también conocida como Guerra
Larga o Guerra de los Cinco Años.
A finales de la década de 1850, la situación era otra vez insostenible.
La economía se encontraba en franca debacle y el campesinado seguía luchando
por la tenencia de las tierras; los esclavos recientemente liberados
deambulaban por el país o se sometían a sus antiguos dueños por no encontrar
medios para su subsistencia. El estatus colonial, desde el punto de vista de su
estructura económica, había sido reeditado una vez más: los hermanos Monagas habían
conformado una suerte de nueva oligarquía basada en sus allegados de Oriente, a
la cual la historia ha denominado «oligarquía liberal».
Insatisfechos por la gestión de José Tadeo y José Gregorio Monagas, que
no había conducido sino a la construcción de la autocracia del «Monagato», los
intereses de aquellos liberales marginados del poder y de los conservadores
confluyeron en la alianza que, bajo el lema "Unión de los venezolanos y
olvido de lo pasado", promovió la llamada Revolución de Marzo (1858),
pronunciamiento militar que derrocó a Monagas y elevó al general Julián Castro
a la presidencia de Venezuela (1858-1859).
La Guerra Federal
La nueva coalición de gobierno convocó un congreso constituyente con el
mandato de redactar una nueva Constitución para la nación. Dentro de las nuevas
configuraciones del poder, un decreto presidencial de Julián Castro, firmado el
7 de junio de 1858, defenestró del país a destacadas personalidades: Ezequiel
Zamora y otros líderes liberales como Antonio Leocadio Guzmán, Juan Crisóstomo
Falcón, Wenceslao Casado, José Gabriel Ochoa y Fabricio Conde hubieron de
exiliarse en la isla de Curazao. La sanción de una Constitución de corte
centralista y conservador fue el detonante de la Guerra Federal (1859-1863),
que inútilmente mancharía de sangre a la nación.
Ajenos a los encuentros y desencuentros entre las cúpulas de los
partidos, el campesinado, los libres manumisos y los pequeños comerciantes
continuaban luchando, como lo habían hecho siempre, por las reivindicaciones
que nunca habían visto satisfechas; alzados contra toda fuerza o bloque al que
lograran atribuir la responsabilidad de su penoso nivel de vida, eran la
continuación de quienes alguna vez habían jurado fidelidad a Fernando VII, a
Bolívar o a Páez y apoyado toda causa que prometiese tierras y mejores
condiciones de vida.
Estas clases desfavorecidas encontrarían en el federalismo una nueva
bandera: la construcción de una República federal, según palabras de Zamora, no
solo remediaría sino que también imposibilitaría el periódico retorno de los
males que aquejaban a la patria.
El 20 de febrero de 1859, en la ciudad de Coro, un grupo de jóvenes comandado
por Tirso Salaverría se alzó en contra de la Constitución y tomó el cuartel de
Coro; era el inicio de la Guerra Federal. Siguió a ello la inmediata irrupción
de Ezequiel Zamora, que desembarcó en la Vela de Coro el 23 de febrero de 1859.
Se dice que fue él quien promovió éstas y otras revueltas que se sucedieron
simultáneamente en el país, armado desde Curazao y con un eficiente sistema de
comunicación que le brindaron algunos marineros ganados para la causa. Después
de haber sido nombrado jefe de operaciones del Ejército Federal de Occidente,
arengó a la ciudadanía el 25 de febrero de ese año.
El planteamiento de Zamora era avanzar por los territorios del Occidente
del país promoviendo a la vez la fundación en los mismos de los nuevos Estados
que habrían de integrase en una República federal. Una vez lograda la misión en
Coro, donde se proclamó además un gobierno provisional para Venezuela, se
trasladó hacia los Llanos y en el camino triunfó en el encuentro de El Palito,
el 23 de marzo de 1859. Luego tomó la ciudad de San Felipe (28 de marzo) y
reorganizó la provincia como entidad federal con el nombre de Estado de
Yaracuy.
Cuadro de Zamora pintado por el Comandante Chávez |
Su intención era llegar hasta Caracas, pero en el camino resolvió
intentar la toma de la ciudad de San Carlos (enero de 1860). Acampado cerca de
la ciudad, mientras hacía una vuelta de reconocimiento junto al joven líder Antonio Guzmán Blanco.
En el momento en el
que más cerca aparecía la victoria federal y el fin de la guerra civil,
ocurrió la tragedia. Durante el asalto a la ciudad de San Carlos, estado
Cojedes (Centro de Venezuela), Zamora recibió un disparo en la cabeza que le
causó la muerte y lo que se creía como una guerra de corta duración, se
extendió por tres años más, con miles de bajas para convertirse en
una de los conflictos armados más violentos en la historia de Venezuela.
Ezequiel Zamora en la Revolución Bolivariana
La importancia de la
figura de Ezequiel Zamora para la nación venezolana radica en los ideales
de reivindicación del pueblo llano y de las clases sociales más humildes. La
igualdad entre los ciudadanos siempre fue su meta y el apoyo al campesino fue
el motor que impulsó su lucha.
Es así como Hugo
Chávez Frías, el padre de la Revolución Bolivariana, en su obra titulada:
“El Libro Azul” afirma que en el inicio de la construcción del Movimiento
Bolivariano nació lo que él llamó "El árbol de las Tres
Raíces", el cual se encontraba nutrido de tres fuentes de pensamiento:
el bolivariano, el robinsoniano y el zamorano. En este último aparecen las
ideas igualitarias del general: “Tierras y hombres Libres” y “Elección
Popular”, entre otros idearios que aspiran a un horizonte de justicia
social, de lucha y conciencia de clase.
Desde que inició su
Gobierno en 1998, Chávez siempre promovió la aplicación de numerosas políticas
de ayuda y protección hacia el campesino y las personas
de escasos recursos. Entre las medidas implementadas por la
Revolución Bolivariana la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, la pensión de
vejez que favorece a más de 20 mil campesinos y pescadores y el
rescate de las tierras, son algunas de las más destacadas.
Asimismo, el
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien ha continuado con el legado de
la Revolución Bolivariana luego de la partida física de Hugo Chávez, destaca la
importancia que engloba la figura de Zamora: "La revolución que traía
Zamora era la primera revolución de inspiración socialista. (...) El
socialismo llegó como idea utópica con Simón Rodríguez empezando el Siglo XIX.
Luego llegó ya como idea concreta y se sumó a la lucha de los campesinos
insurrectos que retomaron la bandera de Bolívar en 1859, que terminó en la
Guerra Federal y victoria de las fuerzas revolucionarias".
Zamora es una
figura importante en la historia venezolana. Su origen humilde, le
brindaba una mayor comprensión de los problemas que aquejaban al campesino
común. Su proyecto popular buscaba igualdad, la abolición total de la
esclavitud y una distribución equitativa de la tierra, buscando revivir parte
del proyecto de Bolívar luego de la extinción del sueño de la Gran
Colombia y que aún aspira a conseguir el país caribeño.(Prensa
Oficina de Gestión Comunicacional ZE-Mérida// Ángel Timaure)
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