Elías Jaua Milano.
La inmensa mayoría del pueblo venezolano ha desarrollado una gran capacidad de paciencia, conciencia, organización y lucha. En medio de grandes dificultades, preserva su alegre y bondadosa espiritualidad, hace de tripas corazón para aguantar las consecuencias de este prolongado conflicto político y económico. Sin embargo, no podemos negar que algunos sectores de la población se han llenado de desesperanza, frustración e incluso odio. Ambas conductas hay que comprenderlas en su justa dimensión, para no errar en las decisiones que como dirigentes tenemos que tomar.
Como lo decía nuestro Libertador Simón Bolívar, confiemos en el pueblo que nos ha dado muestras irrefragables de buen tino, la última de ellas el pasado 30 de julio con la elección de los y las constituyentes. Una dirigencia política tiene que tener la sabiduría de poner oído en tierra y escuchar, recordando los temblores recientes, las vibraciones telúricas del poder popular.
Hay que romper dogmatismos y con los falsos supuestos de “¿qué dirá el pueblo si hacemos esto?”, “¿Cómo le explicamos al pueblo tal cosa?”. Tras estas frases se escudan quienes no tienen argumentos para justificar sus propias convicciones o intereses, que de manera vanguardista intentan imponerle a toda la sociedad.
Hay que confiar en la sabiduría popular. Yo percibo en la calle, puedo estar equivocado en mi percepción, que la mayoría del pueblo está convencido de que Venezuela necesita un proceso de reconciliación, sin renunciar a la dignidad y a lo bueno que hemos construido y que hemos logrado en estos años de Revolución Bolivariana y Socialista.
El pueblo venezolano, es un pueblo práctico que por fin logró vivir bien en la primera década de la revolución y que en estos últimos 4 años ha puesto su cuota de sacrificio, para defender la Independencia y su decisión soberana de andar el camino revolucionario por el que nos condujo nuestro Comandante Chávez. ¿Pero hasta cuándo?, me pregunta la gente.
El pueblo venezolano no tiene cultura de inmolación y Chávez siempre asumió esa sabiduría popular, la asumió el 4 de febrero de 1992, la asumió el 13 de abril de 2002, lo asumió en diciembre de 2007 cuando perdimos el referéndum de la reforma constitucional, entre muchas otras veces.
Nuestro pueblo sabe que no hay porqué inmolarse siempre que haya garantía del mañana. El pueblo no quiere acciones para hoy, que no garanticen un nuevo amanecer revolucionario. El pueblo sabe que la cárcel no es garantía de paz duradera, el pueblo sabe que controles que no se pueden controlar, valga esta contradictoria expresión, no son garantía de abastecimiento y precios justos permanentes, el pueblo sabe que solo fortaleciendo a un sector privado corrupto y corruptor, no habrá garantía de recuperación económica con igualdad social en nuestra Patria y nos van a volver a fuñir.
Me excuso por estas reflexiones sueltas, tal vez atropelladas, que recojo del andar, ver, escuchar y conversar con la gente que está librando en la calle el duro combate de la vida cotidiana.
Confiemos en el pueblo y venceremos, convenciendo y con honor. El pueblo sabe que necesitamos de un “Por Ahora”, porque el pueblo sabe que siempre amanecerá de nuevo.
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