Elías Jaua Milano.
El mes de julio de 1811, en Caracas y en otras ciudades de Venezuela, el pueblo ejercía por primera vez su poder originario frente a los poderes fácticos de la monarquía española y de la alta Curia. El debate era encendido en las calles, en las casas, en el Congreso Constituyente.
El 3 de julio de aquel año en la sede de la Sociedad Patriótica, en la esquina de Gradillas, se escuchó la voz del joven Bolívar, “¡Es que trescientos años de calma no bastan!”, respondiendo a los vacilantes y acomodaticios de todas las horas. El 5 de julio entró Sebastián Francisco Miranda con los jóvenes revolucionarios a la Capilla de Santa Rosa, donde sesionaba el Congreso, gritando “¡Independencia, Independencia!”, y lo lograron; se declaró la Independencia absoluta de la corona española y fundaron la República de Venezuela.
El 9 de julio se aprobaba la Bandera de la República, la tricolor diseñada por Miranda, y el 14 de julio ondeaba en el cielo de la Caracas libre e independiente. Apenas comenzaba la lucha, pero fueron horas vibrantes y definitorias para lo que hoy somos los venezolanos y las venezolanas. Gracias Miranda, Gracias Bolívar, gracias por esta historia, por esta Patria que nos pertenece.
Retomando ese hilo histórico, en julio de 1999 uno de los más auténticos bolivarianos que ha pasado por esta tierra, nuestro Comandante Chávez, lideraba otro proceso constituyente para refundar la República que habíamos perdido en los vericuetos de la corrupción, la entrega de nuestras riquezas, de nuestra soberanía y en el desconocimiento cultural y social a las grandes mayorías nacionales, marginadas de los derechos humanos fundamentales. Hace 18 años la Patria paría de nuevo y renacía con el nombre de República Bolivariana de Venezuela, para abrirse horizonte hacia el siglo XXI, sustentada en el valor de la igualdad.
Y llegó julio de este convulsionado año 2017, y como hace 206 años, el poder constituyente ha sido convocado por nuestro compañero Presidente Nicolás Maduro, para que decida seguir el camino de la Independencia absoluta declarada en 1811, el camino de la igualdad social y cultural abierto en el proceso popular constituyente de 1999, y debatir cómo lograr, a partir de lo conquistado, la paz y la prosperidad nacional para ahora y para siempre.
El Chavismo es la continuidad de esa profunda corriente histórica bolivariana y zamorista, nacionalista, popular, democrática y socialista, que ha empujado siempre la lucha por una unidad nacional sustentada en la igualdad, el reconocimiento de nuestra diversidad cultural y en el ejercicio pleno de nuestra soberanía.
Argimiro Gabaldón es uno los referentes de esa larga y profunda corriente popular, llegó al Panteón como símbolo de las luchas que hemos librado y estamos dispuestos a librar. En palabras del Comandante Carache, “Somos la vida y la alegría, en tremenda lucha contra la tristeza y la muerte”. Somos Venezuela y el 30 de julio ¡Vamos a Vencer!
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